La ototoxicidad se define como las perturbaciones transitorias o definitivas de la función auditiva, vestibular, o de las dos a la vez, inducidas por sustancias, especialmente por medicamentos ototóxicos.
Estos medicamentos pueden dañar el oído interno, el cual es responsable de recibir y enviar sonidos, así como de controlar el equilibrio.
La ototoxicidad puede causar problemas de audición, tinnitus (zumbido en los oídos), y problemas de equilibrio.
La gravedad del daño depende del tipo de medicamento, la cantidad de medicamento recibida, y el tiempo durante el cual el medicamento fue tomado.
Los síntomas pueden presentarse repentinamente o aparecer con el tiempo, incluyendo pérdida de audición, tinnitus, y problemas de equilibrio.
La ototoxicidad puede ser inducida por una variedad de agentes, incluyendo medicamentos, productos químicos industriales y ambientales, y algunos metales pesados.
La ototoxicidad ha sido reconocida como un problema de salud desde hace siglos, aunque su estudio científico formal comenzó en el siglo XX.
Los primeros casos reportados de ototoxicidad fueron causados por quinina, un medicamento utilizado para tratar la malaria.
En la década de 1940, se descubrió que los antibióticos aminoglucósidos también podían causar estos problemas.
Desde entonces, se han identificado numerosos medicamentos y productos químicos que pueden dañar el oído interno y causar ototoxicidad.
La investigación sobre la ototoxicidad ha llevado al desarrollo de pruebas de detección temprana y al tratamiento de los efectos de la ototoxicidad en la audición y el equilibrio.
Hoy en día, la ototoxicidad sigue siendo un problema de salud importante, especialmente en poblaciones vulnerables como los niños y los adultos mayores.
Por lo tanto, es importante continuar investigando y educando sobre la ototoxicidad para prevenir y tratar sus efectos dañinos en la audición y el equilibrio.
La ototoxicidad puede tener efectos graves y permanentes, especialmente si no se detecta y trata a tiempo.
La prevención y el tratamiento oportuno de la ototoxicidad son cruciales para minimizar sus efectos negativos en la salud auditiva y el bienestar general.
La prevención de la ototoxicidad puede incluir la identificación y eliminación de factores de riesgo, como la exposición a medicamentos o productos químicos ototóxicos, y el uso de protección auditiva.
El tratamiento oportuno de la ototoxicidad puede incluir la interrupción o cambio de los medicamentos o productos químicos ototóxicos, la terapia de rehabilitación auditiva, y la administración de medicamentos para tratar los síntomas.
Además, la detección temprana y el tratamiento oportuno de la ototoxicidad pueden prevenir o retrasar la progresión de la pérdida auditiva y mejorar la calidad de vida de los afectados.
Por lo tanto, es importante que los profesionales de la salud, los pacientes, y el público en general estén informados sobre la ototoxicidad y sus riesgos, y tomen medidas para prevenir y tratar sus efectos dañinos en la audición y el equilibrio.
La ototoxicidad puede ser inducida por una variedad de agentes, incluyendo medicamentos, productos químicos industriales y ambientales, y algunos metales pesados.
La ototoxicidad puede ser causada por sustancias químicas como algunos pesticidas.
La mayoría de los productos químicos que afectan el sistema auditivo también son neurotóxicos o nefrotóxicos.
La información sobre la toxicidad general, nefrotoxicidad y neurotoxicidad de un producto químico puede dar pistas sobre la posible ototoxicidad.
Puede ser inducida por sustancias químicas que generan radicales libres reactivos.
La detección temprana de la perdida auditiva mediante una audiometría gratuita y el tratamiento oportuno pueden prevenir o retrasar la progresión de la pérdida auditiva y mejorar la calidad de vida de los afectados.
Algunos agentes químicos ototóxicos comunes incluyen los antibióticos aminoglucósidos como la amikacina, gentamicina, neomicina, y estreptomicina, así como el fármaco citostático cisplatino.
Estos químicos pueden afectar la cóclea, el nervio auditivo, o el vestíbulo, dependiendo del agente específico.
La ototoxicidad puede ocurrir como resultado de la exposición a estos químicos en el lugar de trabajo, o como efecto secundario de la administración de medicamentos.
Algunos de los mecanismos de acción comunes de los químicos ototóxicos incluyen:
Este daño puede interferir con la capacidad del oído interno para procesar adecuadamente los estímulos auditivos.
Algunos químicos pueden dañar las fibras nerviosas que transmiten señales auditivas al cerebro, lo que puede resultar en una disminución de la capacidad auditiva.
Los químicos ototóxicos también pueden afectar las células ciliadas del vestíbulo, que son responsables del equilibrio y la orientación espacial.
Este tipo de daño puede provocar problemas de equilibrio y mareos.
Algunas sustancias químicas pueden inducir la formación de radicales libres reactivos en el oído interno, lo que puede causar estrés oxidativo y daño celular.
Estos mecanismos de acción pueden contribuir a la ototoxicidad y sus efectos negativos en la audición y el equilibrio.
Los efectos en el oído interno pueden incluir daño a las células ciliadas, inflamación y muerte de células del oído interno, lo que puede resultar en pérdida auditiva, tinnitus (zumbido en los oídos) y problemas de equilibrio.
Entre los medicamentos más comunes que pueden causar este trastorno, se incluyen aminoglucósidos, antibióticos macrólidos y afines, antibióticos glucopeptídicos, otros antibióticos, diuréticos, salicilatos, antimaláricos, citostáticos, bloqueadores beta, adrenérgicos y otros.
La ototoxicidad puede afectar tanto la función auditiva como vestibular, lo que puede provocar pérdida de audición, tinnitus y problemas de equilibrio.
La ototoxicidad vestibular suele seguir un curso paralelo a la auditiva y se manifiesta por vértigo, náuseas, mareos y nistagmo, aunque es frecuente que quede enmascarada por los mecanismos compensatorios visuales y propioceptivos.
Los síntomas pueden ser temporales o permanentes, dependiendo de la gravedad del daño y la duración de la exposición al químico ototóxico.
Los grados de severidad de la ototoxicidad varían dependiendo de la gravedad del daño y la duración de la exposición al químico ototóxico.
La Asociación Americana de Audición, Lenguaje y el Habla (ASHA) define la ototoxicidad como una disminución de 20 dB o más en el umbral de tonos puros a una frecuencia.
10 dB o mayor disminución en 2 frecuencias adyacentes; o pérdida de respuesta en 3 frecuencias de prueba consecutivas en las que estas se obtienen previamente, cuando se utiliza EOA o PEATC.
Los grados de ototoxicidad se han determinado por el CTCAE y Brock como sigue:
La ototoxicidad es una reacción adversa que puede afectar la audición y el equilibrio, y se asocia con la exposición a ciertos medicamentos o químicos. Los factores de riesgo de la ototoxicidad incluyen:
Este trastorno se asocia con la exposición a ciertos medicamentos, como los aminoglucósidos, los antibióticos macrólidos, los diuréticos, los antimaláricos y los citostáticos.
El riesgo aumenta cuando se administran de forma simultánea o consecutiva varios fármacos ototóxicos.
El tratamiento depende de la gravedad de los síntomas y del grado de daño en el oído interno.
Si se sospecha que un medicamento o químico es la causa de nuestra dolencia, el médico puede recomendar interrumpir su uso o cambiar a un medicamento diferente.
La terapia de rehabilitación auditiva puede ayudar a mejorar la capacidad de comunicación de las personas con pérdida auditiva causada por el agente tóxico.
Los dispositivos de ayuda auditiva, como los audífonos o los implantes cocleares, pueden ser útiles para las personas a las que les haya provocado pérdida auditiva.
El tratamiento de los síntomas, como el vértigo o el tinnitus, puede incluir medicamentos o terapias de rehabilitación específicas.
El seguimiento y monitoreo regulares de nuestra salud auditiva hace que podamos ver si el tratamiento esta funcionando correctamente o si tenemos que consultar de nuevo con el especialista.
La prevención de la ototoxicidad es fundamental para proteger la audición y el equilibrio.
Evitar la exposición innecesaria a medicamentos y productos químicos ototóxicos, así como utilizar protección auditiva (tapones para el oido) en entornos ruidosos, son medidas clave para prevenir la ototoxicidad y sus efectos adversos en la salud auditiva.
La ototoxicidad es una afección que afecta la audición y el equilibrio debido a la exposición a ciertos medicamentos o productos químicos.
Los médicos pueden ayudar a diagnosticar y tratar este problema, especialmente si se detecta a tiempo.
Los especialistas en otorrinolaringología y audiología pueden desempeñar un papel importante en el diagnóstico y tratamiento de la ototoxicidad, ya que están capacitados para evaluar la función auditiva y vestibular.
Los audiólogos en su Centro Auditivo pueden realizar pruebas de audición y equilibrio para evaluar el daño auditivo y vestibular, mientras que los otorrinolaringólogos pueden prescribir tratamientos y cirugías para tratar la ototoxicidad.
Además, los farmacéuticos también pueden desempeñar un papel en la prevención y detección temprana de la ototoxicidad, ya que pueden proporcionar información sobre los medicamentos otoxicos y sus efectos secundarios.
En general, el tratamiento requiere la colaboración de diferentes especialistas médicos y la participación activa del paciente en el seguimiento y control de su condición
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